05 marzo, 2009

Corazón


No es grato escribir sobre las pérdidas, sobre todo cuando pareciera que nos quitan un pedacito del alma y nos dejan con un vacío difícil de sobrellevar.

Cachañas el perro, el regalón inextinguible, el boy scout mejor adaptado para vivir adentro de una casa, el diente de sable relajado y el mejor amigo de mi mejor amigo, ha dejado el mundo de carne y hueso en busca del mundo espiritual.

Para el recuerdo de este sabueso biónico y bien comportado (nunca dijo una mala palabra), estará su eterna y tranquila compañía, su silencio inexpugnable pero llenador, sus ojitos con sabor a hambre, la motocicleta que le gustaba hacer andar, su pique con soplo de 100 metros, su oido musical, sus trucos de magia y su habilidad para ingresar a la parte trasera de los autos, no porque fuera un intruso, sino porque simplemente quería estar ahí, con nosotros.

Pero no. Cachañas no murió por enfermerdad ni dolencias físicas. Murió porque el tamaño de su corazón no fue lo suficientemente grande para albergar toda la cantidad de amor que quiso seguir entregando a los suyos y sobre todo a su amo, a su amigo, a su hermano.

Te vamos a extrañar muchísimo Celio, pero nunca te vamos a olvidar.

Tristeza no, esperanza sí.

En memoria de Cachañas (.....- 2009)