12 junio, 2010

Despertar


Recuerdo que era feliz escribiendo acá. Escribir cualquier cosa, no necesariamente con contenido, me resultaba muy estimulante.
Esto empezó como un chiste, como algo sin demasiado sentido. Siempre me causó curiosidad que gente extraña se diera el tiempo de leerme y dejar su comentario. Me gustaba. Escribía esperando revisar en los días siguientes si alguien había dejado algún comentario con respecto al post. Me daba el tiempo de ir al blog del autor, leer lo que tuviera escrito y dejar mi comentario al respecto.
Creo haber sido especialmente prolífico durante los dos primeros años, en los cuales actualizaba muy seguido, pero en el tercer año la productividad y el interés decayó. Mi tiempo se transformó y se enmudeció.
Mi corazón estaba muy lejos de acá, en un lugar y tiempo que me llenaba de manera completa y que por cierto me hacía muy feliz.
Pero ahora estoy acá, de vuelta de un exilio autoimpuesto y tratando de encontrar cosas que me permitan volver a encantarme con escribir lo que venga.
Y en varios sentidos es como partir de cero, tal como cuando empecé con esto, sin mayores pretensiones, solo escribir.