Súper Diablo

(foto de archivo)

Belcebú, Satanás, Mefistófeles, Lucifer, George Bush, el pata de cabra, el cola de flecha, el señor de la oscuridad, el mercanchifle de la mentira o el Babalao malo, elija usted el nombre que más le guste.

Sin más les presento a nuestro invitado del mes en Zamunda, el Diablo.

Traicionero como pocos, desleal, de lengua bífida y generalmente maletero, pero también hábil manejador de voluntades, aglutinador de poder por excelencia y hechizero de la facilidad, este renegado de los cielos debe ser unos de los personajes que genera más conflicto alrededor del mundo.

Nadie podría negar su popularidad o alcance, aunque su presencia no está del todo zanjada. Se lo ha consagrado en el cine, en la publicidad, en poleras, posters, loncheras y juguetes, se han creado templos para venerarlo y ha sido objeto de numerosas baladas musicales (generalmente ligadas al rock más duro).

Ha tanto ha llegado su poder que algunos han caído en la tentación de venderle sus almas a cambio del elixir de la eterna juventud o bien de la baraja de riqueza y fortuna de bolsillo que anda trayendo bajo la capa (el fiambre James Brown, los Rolling Stones, Julio Iglesias, el mago Oli, Eduardo Cruz- Johnson, Charly García, Chuck Norris, entre otros).

El perfil bufonesco y oscuro de este sinverguenza al parecer funciona como un imán en los más débiles. La maldad pareciera ser más atractiva y compleja que el buen actuar.

Sin embargo no llena el estómago. Es como un chicle. Buen sabor al principio y luego se bota (no todos lo botan).

Sin lugar a dudas, más de alguna cana le debe haber sacado a Jesuscrist and the Lord up there. Y aunque el gallito entre ambos es siempre disputado, Jebús siempre saca a relucir su lado más bananero y omnipotente con su arsenal de truenos y relámpagos o erupciones volcánicas sólo para demostrar quién es el más cabrón.

Aunque claramente hay uno que lleva la delantera.