La felicidad incombustible

La muerte no discrimina. Hace su elección en una ruleta interminable de vidas cotidianas, cercanas o lejanas. Se aparece como una certeza desgraciada por la que todos debemos transitar en algún momento de nuestra existencia, sin posibilidad de elección.

En este caso existió tiempo. Tiempo para compartir, tiempo para esconder el dolor interno y así no afectar a tus seres queridos, tiempo para aferrarse y pelear, tiempo para saldar cosas pendientes, tiempo para querer y amar incondicionalmente y finalmente tiempo para despedirse, entregarse y aceptar.

Y si bien la ausencia de la presencia física resulta entendiblemente dolorosa y díficil de sobrellevar, creo firmemente en la trascendencia e indestructibilidad del alma, en que toda la gente que conoció a Alvaro no debe sentir su partida como una derrota, sino que deben celebrar que la misma felicidad y optimismo que él demostró en su vida, debe estar plenamente asegurada en la extraterranilidad eterna a la que ha llegado.

Pelao, esta canción de Arcade Fire va para ti.

Saludo y abrazo tu nuevo viaje.

En memoria de Alvaro Vogel Aguayo (1961-2008)