¿Cuánto cuesta el alma del Charly?

A ver. Rebobinemos. ¿No se supone que el Charly debería haber muerto el día en que sin un solo gramo de alcohol y droga en el cuerpo, decidió saltar del noveno de un hotel para probar que no solo en el ámbito músical podía ser una especie de súper-dios?.

Después del conocido desenlace de su piquero estilo Acapulco, estoy convencido de que el todopoderoso no tiene nada que ver acá y que simplemente estamos en presencia de un Súper-Diablo (con poderes esquizofrénicamente potenciados para dar el jugo de manera efectiva y duradera).

A saber, el Sr. Say No More cuenta con un abultado prontuario de desorden, destrucción de instalaciones y equipos, intoxicación malsana, realización de necesidades en lugares públicos y coprolalia (si no pregúntenle a las modelos Adriana Barrientos y Belén Hidalgo, afortunadas locales que tuvieron el privilegio de ser repasadas en vivo y en directo por el músico argentino).

Podríamos estar hablando de un delincuente cualquiera, pero como el pata de cabra es hábil, no encontró nada mejor que dotar a este energúmeno con oído absoluto y tendencia al rock n´roll, combinación suficiente para someter y rendir a sus pies a numerosos y corrientes mortales terrestres (me incluyo).

Algo raro tiene el Charly. Si siguiéramos el patrón fatal y clásico del rock, el de los talentosos y destructivos, debería estar bajo tierra o ahogado en su propio vómito hace tiempo, sin embargo al parecer encontró la medida justa entre la armonía y el caos, entre la miseria y la grandeza, columpiándose sin vuelo como un espantapájaros sin sombrero y con una cola al medio.

Por cierto, el pelusa también juega.